lunes, 24 de mayo de 2010

Aún queda mucho por aprender

Yo, que creí saber tanto respecto a relaciones amorosas, últimamente, sin querer y sin darme cuenta, observando mis experiencias, mis aciertos y sobre todo, mis errores, he visto que en materia de amor, aún me falta tanto por APRENDER... por ENTENDER... por CAMBIAR... por CORREGIR... por ACEPTAR... por MEJORAR...

DEBO APRENDER que enamorarme no es obsesionarme ni irme a los extremos.

DEBO APRENDER a no poner toda la motivación de mi vida en sólo una persona.

DEBO ENTENDER que no se debe rogar amor y que una relación de pareja no es para vivir angustiado.

DEBO ACEPTAR que en el amor como en cualquier otra cosa de la vida, existen los tropiezos, las caídas y los dolores, y el miedo solamente dificulta más las cosas.

DEBO MEJORAR mi amor propio...

Para que la partida de quien quiero no me haga sentir despreciado, humillado o rechazado.

Para no ser tan sensible al abandono.

Para no terminar creyendo que me dejaron por feo o por tonto, y poder aceptar que simplemente funcionó el tiempo necesario.

Para no arrastrarme poniéndome de alfombra a los pies de nadie.

DEBO ACEPTAR que agradarle a alguien hoy no garantiza el agradarle mañana. Y eso no tiene por qué ofenderme si lo acepto...

Si acepto que a veces las personas no pueden dar más.

Si acepto que quien esté conmigo tiene derecho a no estarlo, y a que yo ya no le guste.

Si acepto que quien amo, tiene derecho a tomar sus propias decisiones, aunque a mí no me satisfagan.

Que la impaciencia es producto de un impulso emocional, el cual tal vez pronto pasará.

Que la impaciencia asfixia a quien está conmigo.

Que la presión se puede convertir en irrespeto.

Que tomar una decisión mientras estoy impaciente es peligroso, porque estoy influido por un estado emocional extremo y pierdo toda objetividad, ahí no va mi verdad, sino mi impulso, mi compulsión, y podría hacer algo de lo que me arrepienta.

Además, si soy paciente no veré la espera como sufrimiento.

DEBO APRENDER a no ser posesivo. Que alguien se marche no es perder una pertenencia que me gustaba mucho. Mi pareja no es mía, es prestada, y “su dueño” tiene derecho a llevársela cuando desee. Y aunque “ser dueño” de alguien brinde más seguridad que tenerlo prestado, debo entender que eso es una ilusión. Aunque la crea mía, no lo es, por lo tanto..

No puedo decidir sobre la vida de quien esté conmigo.

No puedo esperar que actúe sólo de acuerdo a mis deseos.

No debo controlarle, manipularle, adueñarme de ella, ni decidir su destino.

No debo reclamarle a la vida por hacerme devolverle lo que me prestó.

Pero sobre todo... DEBO APRENDER... QUE NUNCA DEJARÉ DE APRENDER, y mientras continúo aprendiendo, debo permitirme vivir y sentir.

[ViTaMiNaS PaRa eL AlmA]

jueves, 13 de mayo de 2010

Un estudio matemático asegura que el amor está destinado al fracaso


Una investigación que combina la 2º Ley de Termodinámica y ecuaciones de ingeniería, dio como resultado que mantener el amor a largo plazo “es algo muy costoso y, con excepciones, imposible”.

José Manuel Rey, profesor del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Madrid, creó un curioso modelo matemático en el que emplea la Segunda Ley de la Termodinámica y ecuaciones de control del ámbito de la ingeniería para explicar qué pasa con las parejas y “las conclusiones no son muy esperanzadoras”.
“En el mundo de la física, un recipiente que está caliente tiende a enfriarse de manera espontánea si nadie lo mantiene con calor; con las relaciones pasa lo mismo, hay que cuidarlas”, indica el investigador.

Aquí no cabe el romanticismo ni la química. Superadas las mariposas en el estómago, “hablamos de parejas que tomaron la decisión racional de estar juntas para toda la vida, lo que se promete en un matrimonio por la Iglesia”.
Partiendo de ese punto, el investigador aplica la teoría del control óptimo -la misma que utilizan los ingenieros para mantener un satélite en órbita o tripular una nave espacial-, para conocer cómo debe ser ese esfuerzo.

Como es fácil sospechar, la conclusión es que mantener una relación a largo plazo “es muy difícil”. Eso ya los sabíamos, pero además esta fórmula matemática nos dice por qué. Para empezar, “la manera de regar el jardín, de mantener nuestra relación, es muy particular. Cada pareja debe descubrir su patrón específico, que no es evidente”, señala Rey.

Este patrón puede traducirse en acciones cotidianas como hacer planes juntos, dedicarse tiempo, escuchar los problemas del otro, ser más cariñosos o tolerantes, hacerse regalos.

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