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Alguien con quien hablar...

EL ESCUCHADOR... Cada día son más las personas ávidas de comunicarse por la red, para encontrar un oído que no solo las escuche sino que le de una respuesta contenedora. Pero en un marco de respeto y sinceridad para abrirles su corazón y contarles esos problemas que agobian y son difíciles de comentar entre familiares y amigos.

sábado, 21 de enero de 2012

Agradecimientos... de Angeluz Burgueño

Publicado por El Escuchador en 21:12
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Etiquetas: Angeluz Burgueño, video

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En Hora Buena...

Luminosidad

Luminosidad

Misión de El Escuchador.

Cada día son más las personas ávidas de comunicarse por la red, para encontrar un oído que no solo las escuche sino que le de una respuesta contenedora. Pero en un marco de respeto y sinceridad para abrirles su corazón y contarles esos problemas que agobian y son difíciles de comentar entre familiares y amigos.
Todos necesitan hacer su ¨cable a tierra¨ amas de casa, docentes, jóvenes, mayores, hombres de negocio, empresarios pymes, psicólogos, profesionales de la medicina, y hasta políticos con el anonimato que los beneficia con el uso de un nick en este blog. Entran para contar distintos temas, muy a pesar que se aclara previamente que no se ostenta ninguna formación académica, ni sociólogo ni psicólogo para brindar un apoyo profesional.

Aquí encontrara un Ser que pone su corazón, su oído y hombro para cumplir su misión en beneficio de la humanidad toda y entender como construir un cambio desde el Amor.

Es allí en donde no se esta ante un profesional, sino ante un par que tiene una visión simple, ni dará consejos académicos, solo es una común charla virtual.

También anima el anonimato que supone contar los problemas a un "escuchador" sin sentir vergüenza ni molestia alguna.

Un lugar de Paz...

Un lugar de Paz...
Un colorido río de Carlos Paz

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MEDITAR y AMAR

MEDITAR Y AMAR No hay posición más hermosa en el HOMBRE que cuando medita, cuando el pensamiento tiende sus alas y emprende el vuelo en su propio espacio. Resalta entonces en su rostro, lo venerable, difunde en su mirada esos aires de misterio y algo augusto asoma en su actitud. Mucho nos impone ese órgano sagrado de la meditación y debe ser el eje de las cosas puras del espíritu. Hablamos de meditación sana, de esa que corre suave, salta en claros manantiales de Amor por cauces interiores; meditación sin palabras, sin sonidos, sin labios vibrantes que echen afuera las músicas secretas y, sin embargo, con palabras que se propagan en rumores profundos y suenan en labios callados. Parece paradojal lo dicho, pero, ¡qué rumorosa es el Alma que medita, hay en ella ruidos solemnes que vienen del abismo formidable! Nunca oímos mejor, no penetramos tanto en el fondo de los vocablos, que cuando meditamos. En esa actitud, el pensamiento se aísla, se recoge, se concentra, se vuelve sobre sí mismo, se intensifica y aviva, se despliega como una fuerza suprema y fecunda. Ya no es la claridad vaga e indecisa; es el “foco” fuerte, deslumbrador, no es el rayo-pintor de los objetos-, es el sol mismo en comunión con la luz. Como no somos una peregrina ilusión llamada cuerpo, sino un pensamiento, al desligar éste, de afuera para dejarlo libre adentro, ejercemos la más alta función de nuestro destino. Saltan en mi memoria, dos magníficas meditaciones antiguas: aquél gesto soberbio de Pitágoras, ennoblecido por una poesía intensa cuando escuchaba el canto de los astros y aquél poema del dolor humano en El Huerto de los Olivos. Uno meditaba, asociándose con el Universo y adquiriendo la propiedad de sus conciertos eternos, como adquiere la propiedad de los rumores oceánicos…la gota que cae en los mares. Pitágoras y la naturaleza se confundían y formaban una sola cantidad: cantidad de armonía y de Amor, esos eran dos infinitos sumados. Jesús no escuchaba música, escuchaba congojas. Era el valle amplio y amante donde afluían las lágrimas del dolor humano. Jesús no era una personalidad, era el MUNDO, MUNDO doliente, triste, ése que sangra en el retiro de su amargura y pide en sus desfallecimientos, el licor de la esperanza y el consuelo. Pitágoras hizo espacio dentro de sí para colocar el Universo, Jesús hizo lo mismo para colocar la Humanidad. Ambos representaban la plenitud augusta! Esos dos silenciosos antiguos, dentro de cuyas organizaciones admirables cabían las esferas y los hombres, llegaban de la meditación solemne, de la caridad y del amor; meditación callada y solitaria que no ora en la casa del silencio. Políticos, filósofos, poetas, apóstoles de todas las doctrinas, sacerdotes de todas las religiones, deben buscar un sitio aparte, detenerse y meditar, meditar larga y profundamente, con cariño, con bondad para lograrla más activa y eficaz reforma de nuestra raza. Los genios vienen de la Meditación, son el producto de pensamientos constantes y definidos, piensan en voz alta y como la función hace el órgano, crean el cerebro digno de aquella grandeza. Así la lengua de Platón-que resonó como el instrumento más armonioso posado sobre las alas helénicas, así Pablo-que llevaba en su verbo la herencia del Nazareno- desató sus salmos inesperados en el desierto del templo humano. La Meditación encierra el secreto de nuestra suerte. Si pensamos mal y el delito refleja líneas sombrías en nuestro rostro y un brillo terrible en nuestras pupilas, dentro del cuerpo se ocultará un proceso o Meditación lúgubre. La piel y la mirada del santo son suaves como la de un niño inocente, tiene paz interior y eso se percibe en la mirada. Si analizamos las distintas facciones, notaremos que el guerrero tiene la expresión dura y dominadora, el mercader muestra la suya calculadora y fría, la del asceta se asemeja a una caricia o a una flor temprana. Esta diversidad de gestos, son la muestra de sensibilidad u “oscuridad” de pensamientos internos. El interior no sólo sirve de “molde” a la carne, también modela la Vida y es ésta, la fisonomía del destino creada por la Meditación. Podemos ver distintos ejemplos de vida; una; ciega, torpe, obstinada, otra; doliente como cáliz de amargura, llena de sollozos que caen desde la cuna y se deslizan por el mundo cual lágrima eterna; aquella plena de dulzura para todos los labios, de pureza infinita en los ojos, rica en aroma y color como una flor milagrosa en el prado humano; esa otra rota por los vientos, arrebatada por la discordia y la adversidad, todas ellas nacieron del género de pensamientos internos. Dijo Jesús: “siembra una acción y recogerás un carácter; siembra un carácter y recogerás un destino”. Acción fuerte e intensa, de alcances fecundos y amplios, esto es la Meditación. El Hombre presente es el producto de la Meditación del pasado; el Hombre futuro será el producto de la Meditación presente. Maria del Carmen Ruiz Copyright